
En un país con crisis económicas recurrentes y una alta inflación que erosiona el poder adquisitivo de los pesos, las y los asalariados y cuentapropistas que tienen la posibilidad de ahorrar buscan alternativas de inversión para ganarle a la devaluación de la moneda local. En ese sentido, una posibilidad es invertir en la Bolsa en busca de rendimientos que permitan preservar los ahorros e incluso aumentarlos, de acuerdo al perfil de cada persona.
Sin embargo, no todos los y las ahorristas comprenden el mundo de las finanzas, por lo que se deben asesorar y aprender a invertir, dado que también existen riesgos a la hora de hacerlo. En ese contexto, #ChatEconómico consultó a Nicolás Marcos González y Arturo Rodríguez Martín, dos especialistas en inversiones, sobre cómo dar los primeros pasos para abrir una cuenta como agente de Bolsa y comenzar a operar fácilmente.
En ese sentido, apuntó González, existen tres conceptos que mayormente se olvidan o están ausentes cuando las personas desean invertir: interés compuesto, diversificación y educación financiera. “Todos estos conceptos van de la mano. El primer concepto, por ejemplo, tiene que ver con el plazo fijo, la tasa de interés que generan los bancos, la tasa efectiva que significa dejar sus intereses al vencimiento de la operación y renovar todos juntos. Es un concepto conocido para algunos, pero no para la mayoría. Luego está el concepto de interés compuesto, que tiene que ver con otro tipo de inversiones con mayor nivel de riesgos a la hora de invertir. A eso hay que sumarle la poca y nula educación financiera que tiene el argentino. El IFE 5 es un claro ejemplo de eso”, detalló.
Por otra parte, ante la consulta de si somos ordenandos en nuestras cuentas o finanzas, el contador afirmó que “sí, aunque falta mucha educación financiera”. “Al argentino le falta educación financiera, pero la pueden recibir del sistema educativo formal y, además, la pueden recibir del diálogo que tengan con miembros de su familia y de sus conductas a medida que van creciendo. La educación financiera la pueden aprender de chicos; de hecho, se aprenden cosas buenas y cosa malas y, las que no se aprenden, se imaginan y se experimentan a través de ensayo y error. Lo que ocurre en la Argentina es que el costo de probar y equivocarse es altísimo. Ese es otro dato que debería incentivar la iniciativa de la educación financiera como materia o contenido en las escuelas”, remarcó.